Opinión

Los tiempos de la construcción política de Europa parecen de nuevo aplazados. Pero la realidad es tozuda.

Viejos retos y nuevas prioridades | Editoral de inicio de curso


El nuevo curso político comienza con una mirada al 5 de noviembre y las elecciones americanas. Su resultado, más abierto que nunca, tendrá repercusiones en todo el mundo, esta vez con el mundo más polarizado dentro y fuera de las fronteras de cada Estado.

Mientras, estamos siguiendo la configuración de la Comisión Europea y la puesta en marcha de la nueva etapa comunitaria post 9J, ya se ha presentado el segundo de los informes encargados en la anterior etapa. Tras el informe Letta "Mucho más que un mercado" sobre la actualización del mercado único en la era global, llega el informe Draghi sobre la competitividad europea, mirando a China y Estados Unidos y las recetas para volver a Europa un sitio en el mundo.

En Europa, la resaca de la crisis financiera y la burbuja inmobiliaria, el Brexit, una pandemia y una guerra en su frontera, han hecho estragos en su peso económico (y político) pero sobre todo en las economías familiares europeas, que ven como su nivel de vida retrocede.

La estrategia europea de apuesta por el Pacto Verde para paliar el cambio climático y como motor de la economía se ha visto cuestionada no sólo por los sectores directamente afectados, también por un nuevo populismo que aprovecha los diversos malestares para atizarlos. contra las políticas ambientales y la inmigración como principales chivos expiatorios.

Todo ello nos avisa de que, a pesar del aumento del peso político de la Comisión en la última etapa, las prioridades de la agenda europea se están resituando, también empujadas por una mayoría de estados miembros con gobiernos conservadores. Parece claro que los años que vienen, a los términos sostenibilidad, digitalización, integración europea, deberemos añadir nuevas palabras clave como seguridad, competencia y competitividad.

No es casualidad que los esfuerzos en los próximos años se dirijan hacia el mercado pues, mirando adentro (competitividad) y hacia fuera (competencia). No está en agenda la reforma de los tratados e incluso la ampliación hacia el Este, aun siendo una buena política de seguridad por Europa, parece que no es prioritaria.

Los tiempos de la construcción política de Europa parecen de nuevo aplazados. Pero la realidad es tozuda.

Tanto los viejos retos como las nuevas prioridades exigen una gobernanza europea más ágil y cercana. Necesitamos apostar por una Comisión ejerciendo de verdadero Gobierno europeo, lejos del veto posible de un solo estado miembro y un control real del Parlamento Europeo que debería poder desempeñar cada vez más un papel de impulso. Y sobre todo, conectada al día a día de la ciudadanía, de las empresas y sobre todo de las administraciones locales porque en definitiva es en las ciudades donde se concentran los retos y soluciones del futuro de Europa.

 



En noviembre, las Jornadas Ciudad Europa de la Fundación, nos permitirán abordar algunas de estas cuestiones sin olvidar que este año se celebran treinta años de la creación del Comité de las Regiones, instigado, nunca mejor dicho, por Pasqual Maragall.
Él mismo entendió a lo largo de toda su trayectoria la necesidad de que los poderes locales formaran parte de la gobernanza europea, tal como queda reflejado en el nuevo libro editado por la Fundación, Pasqual Maragall y la Europa Próxima, que iremos presentando a lo largo del país en los próximos meses.

Por todo ello os animamos a continuar atentos a las propuestas de información y debate que le iremos sugiriendo desde la Fundación, empezando para el próximo día 20 de septiembre, con el diálogo entre el director del CIDOB, Pol Morillas y el periodista Àngel Pons en una nueva edición del Café Europa.